Un día descubre que está mal ver videos de personas teniendo sexo y necesita sacar ese mal de su cuerpo. Sus padres le enseñaron que debe cerrar los ojos para no ver esas cosas, sobre todo cuando su padre ponía su pito en su boca todas las noches. Pero ella no quiere ir al infierno y por eso en el confesionario espera que el sacerdote la ayude a purgar sus pecados para no ser una zorra pecadora. Y fue buena la penitencia porque ahora la jovencita tiene una polla en la boca y eso de confesarse le empieza a gustar mucho más. También se follo su coño el cura y la dejo con el espíritu limpio.