Que esa mujer tocara el timbre de su casa para pedir azúcar no solo le pareció raro, también le pareció un cliché y recordó que así empiezan todas las películas de terror. Pero rápidamente al ver el cuerpazo que tiene la vecina, se dio cuenta que solo es su suerte haciéndole un guiño. Aunque intento ser fiel hasta que su propia esposa la metió a la casa y ahí ya no pudo hacer nada. Ahora solo ruega que su mujer no se entere que él se está follando a esa culona porque seguramente lo abandona. En todo caso, meter la polla dentro de ese coño, vale la pena el riesgo.