El viejo siempre fue un hombre irresponsable, lo mismo hizo con su mamá. Luego de preñarla solo se ocupaba de mandar dinero con la excusa de que la madre del chaval era una puta callejera. Ahora hace lo mismo con su madrastra, la tiene en una casa donde nunca esta y es incapaz de atender a la rubia tetona. Por suerte el chaval entiende lo que significa ser un buen hijastro y además de sacar la basura y llevarla de compras, también folla su coño todos los días para que no sea una mujer insatisfecha. El coño de la tetona está satisfecho gracias a este buen chico.