Al fin tiene su propia casa y además vive sola, no depende de nadie, solo la pensión que le pudo sacar a ese viejo con el que se casó pero que no tiene que verlo porque un juez le hace llegar su dinero. Ahora –aunque tarde– la madura tiene un sitio donde ser una soltera puta como siempre quiso ser. Y no hay mejor forma de estrenar todo que follando con un hombre casado que vive al lado. El vecino noto que la mujer es una zorra ardiente y con muchas ganas de meterse una polla dentro del coño, por eso accedió a hacerle una visita para darle una buena follada hasta dejarla satisfecha.