El día que se puso a vivir con ella, sus amigos no pararon de juzgarlo, ellos tenían razón en cierto modo, ya que una mujer que había compartido su cuerpo sexualmente con todos los que conocía, no parecía ser una buena opción de pareja. Pero él solo pensaba en toda la experiencia que su vida de promiscuidad le podía dar; una chica con esa reputación, no se negaría a nada. Pero no pudo estar más acertado porque la zorra de su novia siempre se la chupa en el jardín de la casa sin importar que los vecinos la estén viendo. La rubia se come su polla y no le importa mas nada, siempre que le dé una follada.